pero te agradecemos porque nos las has dado!
Nos habíamos ya acostumbrado a verlas junto a nosotras, siempre serenas y dispuestas, listas para escuchar y para la oración. Eran dos Madres que conocían el corazón de cada una de nosotras, porque en las diferentes fases de nuestra vida nos habían acompañado y sostenido en nuestro camino espiritual. Han guiado a la Familia religiosa en el delicado y difícil servicio de Superiora General que vivieron intensamente, entregándose con competencia y sabiduría en el espíritu evangélico de la caridad. Cada una de nosotras, indudablemente, conserva un recuerdo particular, una palabra suya pronunciada en el momento justo, un gesto de ternura o, quizás, una fuerte llamada de atención, cosas que han dado a nuestro vivir un impulso y una fuerza nueva.
Aunque ya ancianas y en situación de reposo, continuaban dándonos valor con su testimonio sereno, sum palabra sabia y llena de fe y con aquella promesa sagura: “Yo rezo ¿sabes?”.
Se marcharon casi juntas, una después de la otra, a pie juntillas, y nosotras nos hemos quedado más solas y con una gran herencia que debemos valorizar: vivir sólo para Dios y e Dios, gran amor y comunión con la Familia religiosa, arder de pasión por los hermanos, entr5egarnos a nosotras mismas sin escatimar nada y con alegría, amor y fidelidad a la Iglesia y al mundo de hoy, no tener miedo de echar la mirada lejos, corriendo con confianza el riesgo de “pensar a lo grande” cuando se trata del reino de Dios.
Por tanto, brota de nosotras de modo espontáneo con San Agustín, de la siguiente manera:
Para ler a "memoria" de Madre Spes Alma:
https://www.suoredellaprovvidenza.it/it/sorelle-nella-casa-del-padre/2017/198-memoria-di-madre-spes-alma
Para ler a "memoria" de Madre Piafides:
https://www.suoredellaprovvidenza.it/it/sorelle-nella-casa-del-padre/2017/194-memoria-di-madre-m-piafides
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