Con fe viva y profunda confianza, el día 13 de noviembre, invocamos a María con el título de Madre de la Providencia y ponemos todas nuestras oraciones en su Corazón de Madre, seguras que seremos escuchadas. A ella le confiamos en mundo entero con todas sus innumerables necesidades.
LA Iglesia nos invita a reflexionar:
Maternalmente atenta con los jóvenes esposos, en Caná de Galilea, María le suplicó al Hijo Jesús, que escuchando su intercesión dio comienzo a los signos prodigiosos y manifestó su gloria: el agua se cambió en vino, los invitados exultaron y los discípulos creyeron en el Maestro.
Ahora está sentada a la derecha del Hijo y vela sobre la Iglesia que lucha, que sufre, que espera.
Como Madre premurosa y dispensadora de gracia, asiste a cada uno de sus hijos, que Jesucristo le ha confiado en la cruz.
MARÍA, MADRE DE LA PROVIDENCIA, REZA POR TODOS TUS HIJOS.
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